Planetas alienígenas rocosos: ¿qué diablos es en sus superficies?

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Todavía no tenemos el presupuesto para enviar Star TrekU s U.S.S. Empresa para explorar la superficie de mundos nuevos y extraños, pero afortunadamente para la humanidad, los astrónomos están descubriendo técnicas para hacerlo sin siquiera tener que abandonar la Tierra.

Uno de los prolíficos cazadores de planetas de la Tierra, el Telescopio Espacial Kepler, ha encontrado muchos candidatos a planetas con superficies rocosas. Eso es emocionante para los astrónomos, ya que los planetas rocosos tienden a ser más pequeños que sus contrapartes gigantes gaseosas. Además, aprender más sobre los planetas rocosos podría darnos más pistas sobre la historia de la Tierra y la de otros planetas de nuestro sistema solar.

Pero, ¿cómo diablos, desde tan lejos, podemos comenzar a entender la superficie? Una idea: verifique la firma del calor, o en palabras más científicas, observe los exoplanetas en la parte infrarroja del espectro de luz.

La revista Astrobiology de la NASA publicó recientemente un artículo sobre este método, que le recomendamos que consulte. En resumen, el equipo detrás de un nuevo trabajo de investigación (presentado al Revista Astrofísica) propone revisar los exoplanetas “sin aire” que tienen temperaturas superficiales por debajo de 3,140 grados Fahrenheit (1,726 Celsius o 2,000 Kelvin).

Debido a que diferentes tipos de rocas emiten espectros de "firma" en diferentes longitudes de onda, es posible que podamos detectar los signos de rocas de silicato u otros tipos de material. Sin embargo, hay una advertencia.

"Sin embargo, con la tecnología actual, el equipo advierte que determinar la composición de la superficie de los exoplanetas es un proceso muy diferente al estudio de sus contrapartes del sistema solar", escribió la revista. "Debido a los límites de la tecnología, el equipo propone concentrarse en las firmas minerales más prominentes detectadas en los exoplanetas".

Consulte más detalles en el artículo de la revista científica aquí, o en el artículo completo de la revista Astrobiology en este enlace.

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